viernes, 18 de febrero de 2011

CATÁLOGO DE ESPECIES A EXTINGUIR: II. LOS ECOLOGISTAS A DISCRECIÓN

ARTÍCULO PUBLICADO EN "LA OPINIÓN DE TENERIFE" EL 18 DE FEBRERO DE 2011





Hace escasos días, junto al café y al bocadillo mañaneros, me desayuné con la noticia de que la organización Ecologistas en Acción había decidido interponer una denuncia contra el alcalde de Madrid y la concejala encargada del área en el Ayuntamiento de la capital del Reino, imputándoles un delito contra el Medio Ambiente recogido en el artículo 325 del Código Penal. Parece ser que en las últimas semanas se han alcanzado unas cotas de contaminación inasumibles, no sólo en la Villa y Corte, sino también en otras grandes urbes como Barcelona o Valencia, y que los demandantes en cuestión han procedido a señalar con nombres y apellidos a los, según ellos, responsables del aumento de dicha nube tóxica. Pero lo más chocante es que sólo se han centrado en la “boina” que cubre la céntrica metrópoli, sembrando en mí la duda razonable de si las emisiones contaminantes de la Ciudad Condal son, valga el símil futbolístico, de Segunda División.

Esa tardanza a la hora de ampliar el elenco de imputados me produce cierta perplejidad, culpa sin duda de mi deformación profesional y me obliga a plantearme la siguiente cuestión: ¿por qué los integrantes de Ecologistas en Acción no cargan también contra el regidor barcelonés y su mano derecha en cuestiones medioambientales? No me gustaría pensar que la razón sea su pertenencia, respectivamente, al Partido de los Socialistas de Cataluña y a Iniciativa por Cataluña-Los Verdes porque, de ser así, tan intermitentes activistas perderían toda credibilidad. A nadie se le escapa que la mayoría de las organizaciones en defensa de animales, plantas, energías renovables y desarrollos sostenibles de toda índole se sitúan en la izquierda política, lo cual me parece muy respetable. Pero, asimismo, creo que no deberían atribuirse en exclusiva la defensa de unas causas que también se abordan desde otros espectros ideológicos. Y convendrán conmigo en que algunos de sus planteamientos son, como mínimo, incoherentes, máxime cuando aparcan el ecologismo para limitarse a hacer política pura y dura. De entre una larga lista -y para abreviar-, citaré tan sólo un ejemplo ilustrativo y, además, reciente.

Se refiere a la polémica creada a cuenta del maltrato que sufren los toros de lidia en el transcurso de los festejos taurinos. El Parlamento catalán ha prohibido las corridas tradicionales pero sigue autorizando y hasta subvencionando una variante de utilización de los astados consistente en infligirles una selección de injurias que no favorecen precisamente al bienestar de tan nobles animales. Escudándose en la preservación de las tradiciones autóctonas y apoyada por varios colectivos color esperanza, la mayoría de esa Cámara autonómica ha resuelto que estas prácticas no resultan tan perjudiciales para las reses como las asociadas al toreo y al rejoneo. Sin embargo, omiten otra razón de peso que subyace en semejante decisión: renegar de cualquier influencia asociada a la España de charanga y pandereta que tanto repudian.

Los países desarrollados son las principales víctimas de su propio progreso y los ciudadanos no podemos pretender disfrutar de él  sin pagar ningún peaje. Si las industrias no prohíben los vertidos tóxicos, si ningún individuo renuncia a viajar en coche, si no apostamos por reciclar nuestra continua generación de residuos, la contaminación seguirá aumentando, con o sin documentales de Al Gore. Si utilizamos calefacción en invierno y aire acondicionado en verano, si deseamos telefonía fija y móvil, si agotamos los yacimientos de minerales, de algún sitio habrá que conseguir los recursos energéticos. Creo que, tanto determinados ecologistas como algunos expertos que adoptan las decisiones en materia medioambiental aprovechando los banquetes de las cumbres sobre el cambio climático, deberían reflexionar sobre la coherencia y la viabilidad de sus posicionamientos ya que, por desgracia, la economía y la política nos atan a todos de pies y manos.



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