jueves, 13 de junio de 2013

CATÁLOGO DE ESPECIES A EXTINGUIR: IX. LOS DESPRECIABLES ESPÍAS



 
 
 
"NO PUEDO EN CONCIENCIA PERMITIR QUE EL GOBIERNO DE LOS ESTADOS UNIDOS DESTRUYA LA PRIVACIDAD, LA LIBERTAD DE INTERNET Y LAS LIBERTADES FUNDAMENTALES DE LAS PERSONAS DE TODO EL MUNDO CON ESTA MÁQUINA DE VIGILANCIA MASIVA QUE ESTÁ CONSTRUYENDO EN SECRETO".
 
Edward Snowden, denunciante.
 

Nunca me han gustado los espías, al margen de que algunos de ellos (James Bond, Jason Bourne, el Super Agente 86) me hayan proporcionado grandes dosis de placer a través de las grandes y de las pequeñas pantallas. Los deploro desde lo más hondo de mi ser porque el contenido de su trabajo me parece, como mínimo, discutible y, como máximo, repugnante. Agitando la bandera del mal menor, se dedican a olfatear como perros de presa en los universos ajenos, con la burda excusa de defender patrias e ideologías. Detrás de sus apariencias a veces atractivas (Bond), a veces atormentadas (Bourne), a veces torpes (Smart), se esconden unos tipos que perviven fiscalizando las actividades de terceras personas susceptibles de “portarse mal”. Por supuesto, dentro de ese grupo estamos ustedes y yo, aunque a veces el mayor de nuestros pecados consista, simplemente, en no gestionar los sentimientos y las emociones a gusto de todos o de forma convencional.

 
Abandonando el ámbito de la ficción y centrándonos en el de la realidad –que, desde luego, supera a aquella-, acaba de salir a la luz el caso Snowden, un joven informático estadounidense que ha puesto en jaque a la Administración Obama merced a sus declaraciones sobre las prácticas del Gobierno norteamericano en lo tocante a las filtraciones a través de Internet. Edward Snowden, prófugo a día de hoy en Hong Kong al estilo de Julian Assange en la Embajada de Ecuador en Londres, ha ilustrado al mundo de lo que el mundo ya se temía: que, por mor del progreso y de los avances tecnológicos (¿), nuestra privacidad es ya cadáver, por los siglos de los siglos. Amparados en estrategias antiterroristas de obligado cumplimiento, miles de informáticos se dedican a bucear a diario en nuestra cotidianeidad, leyendo nuestros correos electrónicos, escuchando nuestras charlas telefónicas, cotejando nuestros análisis de orina y constatando nuestras preferencias sexuales. De hecho, mientras escribo estas líneas, me estoy palpando por si descubro un microchip intradérmico en alguna parte de mi anatomía. De momento, no parece…

 
Pero, una vez superado el asco inicial al conocer la primicia del empleado de la CIA –probablemente, fugitivo de por vida-, me queda el consuelo de que NADIE podrá entrar nunca en mi mente, en mi alma y en mi corazón sin mi permiso. JAMÁS. Se quedan para mí porque son míos y sólo míos y, por lo tanto, los entrego a voluntad.

 
Este humilde aviso para navegantes del espionaje -que me provocan el mayor de los desprecios, sean profesionales o amateurs, conocidos o desconocidos- me consuela y me llena de paz interior. Que sepan que lo que yo piense, crea, recuerde, añore o sienta es materia reservada y ni el mismísimo morador de la Casa Blanca podrá acceder a ella.






CATÁLOGO HASTA LA FECHA


 
I. LOS PROGRES (diciembre 2010)
 
II. LOS ECOLOGISTAS A DISCRECIÓN (febrero 2011)

III. LAS FEMINISTAS EXCLUYENTES (junio 2011)

IV.  LOS CONCURSANTES DE REALITIES (julio 2011)

V. LOS POLÍTICOS EN CAMPAÑA (noviembre 2011)

VI. LOS FALSEADORES DE CURRICULUM (febrero 2012)

VII. LOS LIGONES DE TRES AL CUARTO (mayo 2012)

VIII. LOS "ANIMALES DE PESEBRE" (febrero 2013)

IX. LOS DESPRECIABLES ESPÍAS (junio 2013)

 

 

 


 

 


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