viernes, 10 de octubre de 2014

"USTED NO SABE CON QUIÉN ESTÁ HABLANDO"



Artículo publicado en La Opinión de Tenerife el 10 de octubre de 2014





Pocas frases definen mejor al individuo que la pronuncia. Quien recurre a ella suele estar revestido de una prepotencia basada en su convencimiento de sentirse un ser superior, normalmente gracias a un puesto de privilegio que ocupa de manera temporal. La citada expresión se hizo muy popular en esta España de nuestros pecados hace más de tres décadas, cuando determinados incautos, generalmente en el estricto cumplimiento de sus tareas profesionales, pretendían que el correspondiente gerifalte de turno cumpliera como todo hijo de vecino con la ley y las buenas costumbres. Desde el guardia urbano que multaba el coche de algún subsecretario ministerial al profesor que suspendía al hijo del Gobernador Civil, pasando por el camarero que rogaba al borracho de rigor que en su establecimiento se abstuviera de cantar la Jota de la Dolores a voz en grito -ignorante de que estaba ante un concejal de Urbanismo-, la historia se repite una y otra vez.

Los especímenes persuadidos de pertenecer a una raza superior proliferan como las setas en otoño y no pocos de ellos integran la casta política patria. A algunos los podemos ver en los periódicos día sí, día también. Nunca pierden del todo sus deplorables maneras de proceder. Muy al contrario, estos ínclitos altos cargos se resisten a dejar de adornar sus bocazas con la frasecita de marras, sobre todo si, cuando  se encuentran en la fase etílica de los cantos regionales, la autoridad competente, amén de sobria, les llama a capítulo en su afán de recordarles su condición de simples mortales, por más ceros que adornen sus cuentas corrientes y por más negras tarjetas de crédito con las que lleven a cabo sus latrocinios. Por cierto, que a las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad del Estado estas actitudes chulescas de quienes nos imparten clases de democracia y progresismo pero, apenas tocan poder, se arrogan una serie derechos de pernada más propios de la Edad Media, les cabrea hasta el extremo.

Quién no recuerda todavía aquel turbio asunto en el que se vio involucrado un conocido mandatario canario y cuyas circunstancias continúan grabadas en el imaginario popular. Personalmente, lo que me resultó más indignante de aquel incidente deplorable no fue el hecho de que el implicado terminara la velada con su hijo en un club de alterne. Tal opción simplemente me dio la medida de su escaso gusto y del nulo respeto que progenitor y vástago dispensaban a su esposa y madre, respectivamente. Lo realmente lamentable fue comprobar que se condujera con una bravuconería más propia de un garito del lejano Oeste, a juzgar por el atestado de la Guardia Civil.

Y todavía encajé peor las imperdonables declaraciones de uno de sus compañeros de partido cuando, con ánimo de defenderle, afirmó, entre otras lindezas, que se trataba de un suceso acaecido en el ámbito privado y que no se le estaba juzgando por quedarse con dinero público ni por delitos relacionados con su actividad política. Ya sólo faltaba que los candidatos no pudieran emborracharse o ser infieles a sus parejas porque, en ese caso, “casi nadie querría meterse en política”.

Me pregunto cómo se puede hacer entender a mentes de esta traza que no se trata de un problema de puritanismo sino de modelo de conducta, ya que resultar elegido en las urnas no conlleva una patente de corso sino que eleva la exigencia de un comportamiento ejemplar, justificado por ejercer un cargo de representación. Es más, el hecho de resultar absueltos desde el punto de vista judicial no les resta un ápice de responsabilidad por unas manifestaciones verbales que abochornan a cualquier ciudadano con un mínimo de educación. La parte positiva es que ahora sí sabemos con quién estamos hablando.


2 comentarios:

  1. Hay cosas que (desgraciadamente) no cambian, Myr!!! Nuestras palabras y nuestros actos dicen mucho de nosostros...
    Besicos forales y buen finde,
    Rose

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  2. Así es, sin duda. Resulta descorazonador que sean precisamente los llamados a dar buen ejemplo quienes esgriman la bandera del abuso y de las malas formas. Hoy en día, consultar los medios de comunicación es una práctica de alto riesgo, por las ganas de llorar asociadas a la actividad.

    En fin, como bien dices, nuestras palabras y nuestros actos nos definen.

    Un beso de sol y mar.

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