martes, 10 de noviembre de 2015

BAROJA O EL ARTE DE NOVELAR






Pío Baroja es uno de los más grandes narradores del siglo XX. Sus mejores y más populares títulos los escribió a principios de siglo: “Zalacaín, el aventurero”, “Silvestre Paradox”, “El árbol de la ciencia”, “Las inquietudes de Shanti Andía” o “Camino de perfección”, entre otros. Pues bien, ahora el mundo de la cultura está de celebración. 

Desde ayer reposa sobre mi mesilla un ejemplar recién editado de “Los caprichos de la suerte”, texto del ilustre miembro de la Generación del 98, escrito en la década de los cincuenta y que seguía inédito hasta ahora. Este tesoro se encontraba descansando en una carpeta en tonos grises atada por cintas rojas en su casa familiar de Itzea, sita en el precioso pueblo navarro de Vera de Bidasoa. Se trata de la última entrega de la trilogía “Las Saturnales” (la primera es “El cantor vagabundo” y la segunda, “Las miserias de la guerra”), que versan sobre los tiempos de la Guerra Civil española y sus consecuencias. Cuenta la historia de un hombre que, hastiado de la contienda fratricida, huye a París, participa en tertulias y se enamora de una mujer. Habla de la violencia, el exilio, la naturaleza humana, las artes, la vida urbana y la crisis de la literatura. 

En palabras del catedrático aragonés José-Carlos Mainer, especialista barojiano encargado de sacar adelante este valioso proyecto, “al autor vasco la guerra le preocupaba mucho. Muy pronto editó en Chile un volumen de ensayos y artículos titulado Ayer y hoy, en los que dejaba bien clara cuál era su actitud ante la contienda, ganara quien ganara. Los personajes de sus novelas no cuestionan la República, aunque reprueban el caos y el desorden que produjo, y ven el estallido del conflicto como una cosa de locos. Baroja siempre mantuvo la idea de que la guerra la había perdido la clase media, que era la suya. Fue un hombre independiente, que se mantuvo fiel a sí mismo y que no estuvo nunca ni con unos ni con otros. Por eso fue incómodo para los dos bandos". 

Entre sus reconocidos admiradores de hoy y de siempre se hallan nombres tan dispares como Luis Martín Santos, Miguel Delibes, Juan Benet, Juan Marsé, Manuel Vázquez Montalbán o Antonio Muñoz Molina, quienes han mostrado su simpatía y devoción por el calificado como “viejo e indomable gruñón”. 

Para mí será un auténtico placer sumergirme en estas páginas, considerando que nadie como Pío Baroja tiene tan viva la facultad de contar. Su rescate debería ser uno de los hitos más señalados en la historia de las letras contemporáneas de nuestro país.

No hay comentarios:

Publicar un comentario