viernes, 2 de marzo de 2018

NO A LAS LENGUAS COMO INSTRUMENTOS DE MANIPULACIÓN POLÍTICA



Artículo publicado en La Opinión de Tenerife el 2 de marzo de 2018

Artículo publicado en La Provincia (Diario de Las Palmas) el 3 de marzo de 2018




En los últimos tiempos los medios de comunicación se han hecho eco de una serie de gravísimas noticias provenientes de las denominadas “nacionalidades”, concepto acuñado en el controvertido título VIII de nuestra vigente Carta Magna y que ha degenerado con el paso del tiempo hasta el punto de convertir a España en lo que hoy es: una Nación en riesgo de liquidación. Solo así se explican iniciativas tan lamentables como el órdago independentista en Cataluña. 

Una de esas recientes informaciones alude a la exigencia por parte del Gobierno balear del conocimiento de la lengua catalana para ejercer la Medicina en sus preciosas islas mediterráneas. Como protesta ante la pretendida adopción de la medida, miles de personas salieron a las calles de Palma de Mallorca la pasada semana bajo el lema “Los idiomas no salvan vidas. Por una sanidad sin fronteras lingüísticas”. 

Los manifestantes solicitaban que el personal sanitario no se viera obligado a cumplir el requisito de aprender catalán para poder promocionarse laboralmente dentro de los centros sanitarios públicos del archipiélago. A tal extremo llega el desvarío de sus gobernantes que conceden más importancia al conocimiento del idioma que a las concretas especialidades médicas, obligando de ese modo a marcharse de la Comunidad Autónoma a numerosos facultativos y, simultáneamente, a no poder ir a trabajar allí a otros muchos.

Todo parece indicar, pues, que aquel supuesto espíritu constructivo que sobrevoló la Transición a la democracia y que inspiró la actual Constitución Española no fue ni tan constructivo ni tan espiritual. Los siete firmantes del texto ya se encargaron de sentar unas bases lo suficientemente indefinidas como para hacer buena la inevitable máxima de “pan para hoy y hambre para mañana”. Y, por desgracia, a casi cuarenta años vista, el diablo llama a la puerta, impaciente por cobrarse la deuda de la fragmentación definitiva.

Porque es ahora, al cabo de dos generaciones de estudiantes convenientemente manipulados en las aulas, cuando se está materializando aquel resultado largamente soñado por muchos. Las transferencias autonómicas en materia de Sanidad, Justicia y Educación han servido para crear flagrantes desigualdades entre españoles en función del territorio en el que habitan. Concretamente en materia educativa, los Gobiernos de Cataluña y el País Vasco de las tres últimas décadas se han marcado como objetivo prioritario trasladar a las aulas una versión falsa de la Historia de España, a la medida de sus objetivos electorales, y en la actualidad están recogiendo los frutos de esa siembra. 

Asimismo, los dos partidos mayoritarios del país, sometidos al número necesario de votos para llegar a la Moncloa, han sido sistemáticamente cómplices de estos atropellos. Si a ello se añade la figura de la inmersión lingüística, entendida no como loable defensa de las lenguas específicas sino como rechazo frontal a la lengua común, el conflicto está servido y sin visos de resolverse a corto plazo.

Por si no fuera suficiente, algunos mandatarios irresponsables se han permitido el lujo de reírse del Estado de Derecho incumpliendo todas y cada una de las sentencias que les obligaban a impartir educación en castellano, enésimo ejemplo de su falta de respeto a las leyes, al Poder Judicial y a los afectados directamente por esa actitud discriminatoria y desafiante de la que hacen gala.

¿Cómo es posible que vivamos en un país donde los escolares no puedan estudiar con libertad (insisto, con libertad) en la única lengua común a todos ellos? ¿Decir esto equivale a no respetar el resto de las lenguas cooficiales? ¿Decir esto implica ser de izquierdas o de derechas? En absoluto. Decir esto significa, sencilla y llanamente, aborrecer la instrumentalización política de las lenguas y exigir, con la Constitución en la mano, la protección de los Derechos Fundamentales que tanto esfuerzo costó conseguir. 

No hay comentarios:

Publicar un comentario